jueves, noviembre 24, 2005

¿Qué se está sembrando en los niños de hoy?

Por Jaime Restrepo. Director Atrabilioso.
¿Qué pasa con la responsabilidad de los padres hacia sus hijos? No hay nada mejor que planear la llegada de un bebé: con la seriedad que implica una decisión de tal magnitud, la pareja analiza cuidadosamente el futuro emocional, afectivo, académico y económico que le va a permitir a esa personita ser un aporte y no un estorbo para la sociedad.
Claro. Esto es lo ideal, lo responsable y lo serio. Pero así no están pasando las cosas en Colombia. Por el contrario, según la Cuarta Encuesta Nacional de Demografía y Salud, realizada por Profamilia, con el apoyo de Bienestar Familiar, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, USAID y el Ministerio de la Protección, hay un alto índice de embarazos no deseados y un estancamiento en la planificación.
No conozco a nadie que no tenga claro qué es un condón y para qué se utiliza. Desde el campesino que trabaja en las tierras más alejadas, hasta el doctor parásito de una entidad pública, tienen claro el asunto. ¿Porqué no lo utilizan? Y las mujeres: ¿Porqué no exigen el uso del preservativo?
Es que se ha deslindado totalmente el aspecto sexual del reproductivo, casi al punto de abocar los asuntos de manera separada y excluyente... hasta que el sexo cumple con uno de sus propósitos y se engendra un hijo.
No voy a decir que la gente debe llegar virgen al matrimonio, ni que la abstinencia es la decisión que deben padecer las personas. Pero si deben iniciar su actividad sexual con una serie de condiciones enseñadas desde casa: la responsabilidad y las posibles consecuencias de emprender la vida sexual activa, la vinculación de afectos y no el simple disfrute de un momento que puede generar miles de dificultades a futuro, tanto para el hijo como para sus jóvenes e irresponsables padres: 54 de cada 100 niños que nacen en Colombia no eran esperados en ese momento por sus madres (27%) o eran francamente indeseados (27%).
Las implicaciones personales y sociales para esos padres que no esperaban un hijo o que no lo deseaban por ningún motivo, no se deben tomar a al ligera. En cuanto a los padres, cuando son pareja y deciden asumir juntos la responsabilidad, pues les esperan noches de desvelo, trabajos mal remunerados y pocas posibilidades de progreso y bienestar. Lo peor es cuando las madres asumen solas la tarea y se enfrentan a la condena de continuar los años que les quedan por delante con pocas posibilidades de bienestar y calidad de vida. En este sentido, las cifras son preocupantes: el 21% de las adolescentes colombianas hoy están embarazadas o lo estuvieron en algún momento o ya son madres.
¿Y los niños? Pues el futuro para ellos, si llegan a nacer y no son abortados en el proceso, es desalentador: carecerán de las mínimas oportunidades para crecer y desarrollarse como personas y como ciudadanos, buscarán grupos que los acojan y se interesen en ellos; intentarán encontrar en la calle el afecto, la comprensión y el cariño que no recibieron en sus casas.
Además, según la Veeduría Distrital , esos niños no contarán con padres interesados en su educación ni mucho menos en su futuro: el 67% de los padres muestran un frecuente o muy frecuente desinterés frente al aprendizaje de sus hijos. Estos padres dejan toda la responsabilidad académica y emocional en manos de los colegios y escuelas, desentendiéndose del asunto.
El colmo de la irresponsabilidad lo revelan las estadísticas: el 73,7% de los padres asegura que no asiste a las reuniones en los colegios porque la hora interfiere con su trabajo. Pero lo más revelador es que el 4, 1% no asisten a las reuniones porque son aburridas. Obviamente si el hijo es un “accidente”, y los padres son irresponsables e inmaduros, pues los asuntos de los menores no dejarán de ser inconvenientes, excusables y aburridos... cualquier justificación es válida para no asumir los retos que representa un hijo: en todo caso, si se tiene la responsabilidad para ejercer la vida sexual activa, se debe tener también para enfrentar las posibles consecuencias.

miércoles, noviembre 23, 2005

La tercera generación de paramilitares está en camino

Por Jaime Restrepo. Director Atrabilioso.
Si se rompe el proceso se generaría una tercera generación de Autodefensas”. Con esta frase, el comandante paramilitar Iván Roberto Duque (alias Ernesto Báez) dejó en el ambiente una espada de Damocles sobre las implicaciones que podría tener para el país la ruptura de las negociaciones que se adelantan con las AUC.
Es que el actual proceso es el segundo intento de esta organización por incorporarse a la vida civil. El primero fue a principios de los 90, cuando los líderes de las Autodefensas eran, entre otros, Henry Pérez y Ariel Otero en el Magdalena Medio. Esa negociación, aparentemente, llegó a feliz término y el Comisionado de paz de la época, Horacio Serpa, recibió de manos de los delincuentes las armas como gesto de paz. Pero ambos paramilitares y varios líderes políticos que apoyaban a las Autodefensas fueron asesinados por sicarios en la histórica zona de Puerto Boyacá.
La segunda generación, aquella que surge después de este fallido intento, es la conformada por los hermanos Castaño Gil, por Ramón Isaza, Martín Llanos, la familia Buitrago y algunos de los que hoy están negociando.
Sin embargo, el grupo de narcotraficantes disfrazados de paramilitares que tienen el dinero, la capacidad logística, las armas y el poder para volver al monte y emprender las acciones terroristas, no puede incluirse en la segunda generación, pues su aparición en el paramilitarismo se produjo en los últimos tiempos. Además, estos nuevos paramilitares son la avanzada de lo que podríamos llamar la tercera generación. Lo más grave es que esa nueva generación carece de ideología y por el contrario, conformarían un ejército con el único objetivo de proteger el negocio del narcotráfico al costo que sea.
Y es en este punto en donde se explica la frase de Ernesto Báez: “De romperse el proceso, necesariamente se darán cambios en la agenda estratégica de la organización (...) pues las AUC resultarían siendo una fuerza contestataria (...) que podrían pasar a convertirse en una organización con peligrosos puntos de coincidencia con la guerrilla”.
Es que ya hay varios factores de coincidencia entre las Autodefensas y las Farc: el primero obviamente es el negocio del narcotráfico, que ha traído como consecuencia directa la desaparición de la ideología en ambas facciones. Y el segundo punto de encuentro es la justificación que encuentran en la frustración política a la que han llegado al cerrarse espacios de reincorporación a la vida civil: así como las Farc perdieron a sus escuderos políticos en la eliminación de la UP, las Autodefensas han perdido también a sus ideólogos y líderes con aspiraciones políticas en los 90 y ahora, en el desarrollo del actual proceso, ya suman 100 ex combatientes asesinados.
Por eso, más que una amenaza, resulta premonitoria la afirmación de Iván Roberto Duque: “Frente a una frustración en el actual proceso de paz, la historia de las Autodefensas se partiría en dos: antes y después del proceso”.

La crisis del proceso
El detonante para la delicada situación del proceso con las AUC no solo fue el traslado de don Berna a la cárcel de Combita en Boyacá, pues “el Comisionado prometió que no se harían traslados a cárceles comunes”: también influyeron otros factores profundos. Según el jefe paramilitar, “subsisten los problemas de fondo en la desmovilización: la muerte de excombatientes desarmados e inactivos, la inoperancia de los proyectos productivos; 10 mil hombres vagando en los campos y ciudades y la carencia de recursos para los programas educativos”.
En cuanto a la decisión del Presidente de fijar el 31 de diciembre (fecha que en los últimos días se amplió hasta el 15 de febrero) como fecha límite para la desmovilización, Iván Roberto Duque sostuvo que “la exigencia del gobierno puede ser logísticamente posible, aunque la amenaza de desatar todo el poder militar del Estado contra las Auc no resulta alarmante para la organización, pues este gobierno ha perseguido a las Autodefensas como nunca antes y las cifras lo demuestran: 4 mil detenidos y 1200 miembros de la organización dados de baja”. Finalmente, uno de los grandes interrogantes del país, tiene que ver con las concesiones a las que están dispuestos los miembros de las Autodefensas.
Sobre el particular, Báez aseguró que “todos los miembros de la organización están dispuestos a responder por sus delitos ante los tribunales y quieren contar la verdad de la guerra. Además, sostuvo “que todos los bienes obtenidos por la fuerza deben ser devueltos”. Estas tres promesas pronunciadas por uno de los máximos líderes de la organización, permiten tener un mínimo grado de esperanza sobre la desactivación de estos grupos terroristas. Pero lo cierto es que el cumplimiento de esas promesas dependerá en su totalidad, de la estricta aplicación de la ley de Justicia y paz.

Las declaraciones de Báez fueron presentadas el 8 de noviembre pasado en el programa Primera Línea de RCN televisión.

lunes, noviembre 21, 2005

Vinculan al DAS con atentado en Venezuela

Ya era hora de cambiar el rumbo oscuro que estaba tomando el DAS. El cambio de la cúpula del organismo solo permite ver la punta del iceberg, pero la anunciada reestructuración debe ir mucho más allá del cambio de nombres: el DAS requiere un replanteamiento de funciones y políticas operativas para blindar a la entidad frente a los intentos de infiltración de los sectores delincuenciales colombianos.
Es que el DAS maneja información privilegiada sobre aspectos altamente sensibles de la seguridad nacional y por lo tanto, necesita con urgencia una revisión de las funciones que de tiempo en tiempo, le han colgado a su objetivo primordial: el pasado judicial, la protección de dignatarios, el control en los aeropuertos y otros tantos deberes adicionales que, con los escasos recursos del Estado, solo permiten desarrollar las labores de inteligencia (la prioridad del DAS) como una más de las tareas a cumplir.
Otro aspecto que se debe evaluar es la contrainteligencia del Estado y del DAS, para evitar la incómoda situación que se está presentando en Venezuela. Hace casi un año, un carro-bomba acabó con la vida del fiscal Danilo Anderson, hombre cercano tanto al Presidente Chávez como a la cúpula de la justicia venezolana.
Resulta que el testigo estrella de la fiscalía para esclarecer el asesinato de Anderson es un supuesto infiltrado del DAS en el Bloque Norte de las Autodefensas. (1)
Se trata del supuesto psiquiatra colombiano Geovanny Vásquez de Armas, quien ha declarado ante los organismos judiciales venezolanos, que él conoció del plan para asesinar a Anderson y al coronel Chávez e incluso, que él informó con anticipación al director del DAS, Jorge Noguera, sobre el plan y el traslado de explosivos para cometer el atentado.
Vásquez de Armas aseguró además, que al ver la indiferencia del director de DAS frente a los hechos, y al constatar que efectivamente los explosivos habían sido utilizados para asesinar al fiscal, decidió acogerse al programa de protección de testigos en Venezuela y contar su versión de los hechos.
Las declaraciones del “psiquiatra” han servido para capturar a cuatro presuntos autores materiales, entre los que se cuentan una periodista, Patricia Poleo, y dos militares venezolanos de alta graduación.
El asunto esencial es que el DAS está siendo vinculado, por omisión, con un crimen de alta alcurnia, y solo se ha defendido con un comunicado (2) en el que descalifica a Geovanny Vásquez de Armas e informa que el testigo tiene antecedentes penales en Colombia.
Pero la aclaración debe ir más allá: en una situación tan delicada, casi de equilibristas, como es la que se vive con Venezuela, el DAS debe demostrar que Vásquez de Armas no tenía ningún vínculo con el organismo. Además, el gobierno nacional está en mora de abrir una investigación sobre el particular y adelantar una indagatoria para esclarecer completamente la situación.
Es que hay que detener las calumnias contra el país y frenar en seco las declaraciones del gobierno venezolano que, ante cualquier situación calamitosa, solo se atiene a señalar a Colombia como el origen de todos los males que ocurren en el vecino país.
Sin embargo, si se comprueba el testimonio de Vásquez de Armas por parte de las autoridades colombianas, el Presidente Uribe tendrá que dar las explicaciones del caso, colaborar decididamente con las autoridades venezolanas y abrir los procesos que se requieran para limpiar la imagen del organismo y del país.
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